martes, 9 de agosto de 2016

Vuelta al Aneto

TRAIL RUNNING: 
VUELTA AL ANETO 2016.


Video resumen.


La previa.


Hace un año nos dieron una de esas noticias que no quieres recibir. Mª José tenía cáncer de mama. En esos momentos quieres salir corriendo, esconderte debajo de las sábanas, no ver a nadie…, pero no podía hacer eso. Tenía que estar donde debía estar. Quería estar junto a Mª José.

Durante estos meses he visto como puede luchar una persona, agarrándose a la vida con ganas, con fuerza y también con miedo. Ha sido una lección para mí. Mª José me ha enseñado muchas cosas. Yo he aprendido muchas cosas. Ves el mundo con otro prisma.

Dicen que cuando te haces mayor te cuesta ver las letras pequeñas, pero que ves a los gilipollas desde lejos. Esa frase resume de alguna manera una de las cosas que he aprendido. Que hay mucha gente que nos quería y otra que…, no tanto.

Pero bueno. Es la vida. 

En estos meses no he hecho nada. Sólo acompañarla en su lucha, viendo cómo sufría y cómo luchaba. Todo el trabajo ha sido suyo. Suyo de principio a fin. 

Y durante ese proceso, nació la idea de que yo debía sufrir un poco también y dejar que ella me acompañara a mí hasta el final. No pretendo que nadie entienda lo que hice, ni el por qué lo hice. Son cosas que nacen dentro de cada uno y que sabes que tienes que hacer.  No alivió el dolor a Mª José, ni tranquilizó a Aitana, pero creo que sirvió para unirnos un poco más durante unos breves instantes. Y es suficiente para mí.

De ahí nació la el concepto que luego lucieron unas camisetas:

Todos juntos hasta la meta,
todos juntos hasta el final.

Esa frase la estampamos en las camisetas que deberíamos ponernos los tres al entrar en la meta. Porque entrar en la meta ese 23 de julio, no sólo era acabar una carrera, era acabar un proceso de 9 meses de tratamiento. Era, más allá de un final deportivo, un símbolo para toda la familia.

Y por eso había que acabar la carrera como fuera. No había posibilidad de no llegar. Y yo no había corrido nunca 58 Km por montaña. Sólo había corrido tres carreras de montaña: Los Foratos de Lomenás en Torla de 21 Km, la Maratón de las Tucas de 42 y la Media Maratón de Albalat dels Tarongers -dándome un considerable porrazo-. 

Por tanto, correr esta carrera parecía una locura. Y más con mi rodilla.

Todo el mundo me decía que no debía asaltar esa distancia en el Aneto. Que escogiera otra menos bestia. Que era muy dura. 

¿Dura?. Mejor. Si había que sufrir, mejor en una bestia.

Lo primero que hice fue ponerme en contacto con un buen entrenador para que me llevara. Así que contacté con Nacho Martínez y nos pusimos a trabajar. Desde aquí te doy las gracias Nacho. Aunque deportivamente no cumplí, me pusiste como un toro. Me sentí fuerte todo el camino. Temeroso por si pinchaba, pero fuerte.

Y por supuesto, recurrí a las manos de Ramón, mi fisio de cabecera, el que salvó mi rodilla de la cuarta operación hace unos años. También gracias por los consejos y las sesiones. Me has dicho que después de ver el perfil de la carrera…, imaginabas problemas. Y no te equivocaste.

Y con estas, me enfrenté a la carrera. 


La carrera.

Me levanto pronto después de dormir poco y mal. Un mes diciendo que no estaba nervioso y estaba como un flan.

Desayuné bien, sin prisas. Había que meter combustible. Charlé con un par de corredores. Todos con experiencia. Todos me dijeron que tenía que haber elegido otra más sencilla, que fuera tranquilo, que era larga y dura.

Con semejantes consejos, mi congoja aumentaba por momentos. Pero yo me sentía bien..., y tenía que acabar.

Subía a la habitación y me acosté un rato. A las 6:15 me levanté otra vez, me vestí y me despedí de mi hija. Le guiñé un ojo y ella me entendió. Era mi cómplice para la llegada.

Bajé con Mª José y nos despedimos después de hacernos un par de fotos.



Nervioso e impaciente paso el control, de entrada donde me encuentro a mi amigo Miguel Vidal. Este muchacho es un súper clase. También me encuentro a Alberto y a la gente de Alcañiz, a un amigo monitor de esquí de fondo -no recuerdo su nombre-...




Mis amigos Arturo y Noe han madrugado y han venido a ver la salida y a despedirse de mi. ¡Qué buena gente son!

Y con estas..., dan la salida.


Salgo con Miguel y desde el primer momento me encuentro mal. Respiro con dificultad, me pesan las piernas y me duele el estómago. La gente pasa a chorro...

Poco a poco me voy descolgando de Miguel..., esto iba a ocurrir de todas maneras porque el lleva varias marchas más que yo, pero es que la compañía me dura 15 minutos!!! Le hago señales de que tire y yo empiezo a caminar buscando un rincón para vomitar.

Mientras vomito, un espectador dice:

-Pues le quedan más de 50 Km!!! Este no llega!!!.

He tirado todo el desayuno. Los nervios no los gestiono bien, y esto es lo que pasa.

Tiro para adelante con un cuerpo más revuelto que otra cosa esperando mejorar y al poco rato me encuentro a Alberto que se queda conmigo.

Le digo que tire que yo voy mal, pero se queda. Se quedó toda la carrera.



Charlando, alcanzamos las primeras rampas. En las subidas caminar y en el resto correr. Esa es la consigna. Y  de esta manera nos vamos acercando, siempre en subida a los Baños el Hospital.



No mejoro, pero aguanto. Que ya es bastante. Voy pensando en cubrir tramos. Ahora hasta los Llanos del Hospital. A ver si mejoro... 


Y mejoré. Poco a poco me encuentro mejor. Se me pasa el dolor de estómago y la mala gana y afronto la subida al Refugio de la Renclusa casi bien. Buena señal.





En la Renclusa hemos cubierto una media maratón. Es un buen momento para rehacerse física y mentalmente.

Me encuentro bien. Como y bebo. Alberto me dice que vamos bien de tiempo. Lleva apuntados en el dorsal los tiempos de paso que hizo un amigo suyo el año pasado. Hemos bajado el tiempo previsto.

Bien, bien...


Como voluntaria está una muchacha andaluza que conocimos en Benasque. Noe?... soy una pena para los nombres. Nos hacemos una foto y me dice que le dé recuerdos a Gustavo -creo que es su pareja-, que está de voluntario en Salenques y ha pasado una noche entretenida con tormenta, frío y viento.


Salimos en poco más de 5 minutos. Alberto va tirando. Siempre caminando a buen ritmo hacia arriba, trotando en llano y corriendo hacia a bajo.

Yo le sigo en las subidas, manteniendo la distancia. En las bajadas..., ya noto que la rodilla no va fina..., en las bajadas se va. Pero me espera en las zonas llanas.

De camino a Salenques vamos pasando por la zona de Aigualluts que está preciosa. Al poco alcanzamos la Colladeta de Barrancs..., desde donde se ve Salenques..., entre niebla.



Todo el mundo teme a Salenques. Todos hablan de esta zona. Yo la conozco y, a lo mejor, le he perdido el respeto que debiera. así que la afronto con mucha tranquilidad.


Alberto sigue a su ritmo y enfilamos hacia el collado. 

Una fila de gente que sube despacio, con prudencia. Pisamos nieve. Poca. Pero para los que nunca lo han hecho, en estas condiciones, les cuesta un poco.



Arriba hace frío. Mucho. Y viento. Así que nos abrigamos con todo lo que llevamos. Alberto me dice que estamos en tiempo de hacerla en 12 horas. Que vamos muy bien. Nos ha costado menos de 6 horas llegar hasta aquí.

Saludo a Gustavo que va tapado hasta las cejas y le doy los recuerdos que le manda Noe desde la Renclusa. Se ríe, me desea suerte y me pide prudencia en la bajada. Han colocado una cuerda fija por la piedra para evitar tocar nieve. 


Hay niebla. Hace frío. Y la gente baja despacio. Muy despacio. hay que ser prudentes. Algunos se desesperan y gritan.

Al salir de la niebla se puede correr. Pero queda confirmado que mi rodilla no aguanta. Alberto me pasa y baja a buen ritmo. Yo bajo como puedo. Antes de encarar la siguiente subida, vuelve a esperarme. 

Aprovechamos para comer algo.



De aquí en adelante, entramos en un sube y baja de pequeños collados, transitando entre ibones. El paisaje es espectacular. De verdad. Precioso.



Estamos en el Km 30 y estoy bien. Muy bien. Sólo la rodilla me está fastidiando. No estoy cansado y muscularmente perfecto. 

Ha sido un recorrido reservón hasta el momento, sin grandes sufrimientos físicos. Alberto ha marcado un buen ritmo para acabar, aunque tengo claro que, si él quisiera, ya me habría dejado atrás hace mucho rato. El "jodido" está muy fuerte.


Enfilamos varios tramos de bajada que me matan. Siempre caminando y con dolor. Pero donde termino de pinchar es en el descenso a Llauset. Aquí si que tengo claro que no doy para más. La rodilla ya duele en serio. Y quedan como 20 Km y 16 de bajada.

Paramos en la presa para avituallarnos. Voy al control médico y me ponen Reflex y me dan un ibuprofeno para el dolor. Alberto me dice que no me lo tome. Otro corredor me dice lo mismo..., pues no me lo tomo.

Rellenamos agua, comemos un poco y salimos. Todavía vamos por debajo del tiempo de referencia. Llamo por teléfono a Mª José y le digo que si seguimos así, a las 9 estamos en meta... -si,si..., a las 9..., bonito sueño-.

Primeras rampas hacia el Refugio de Llauset y el Collado de Ballibierna, dejando la presa atrás... 


Ahí conocí a alguien que no esperaba. Lo llaman el "tío del mazo". Y me acompañó toda la subida. Mal comido o mal bebido..., pero bajonazo total. Alberto se va escapando. 

Yo, doy tres pasos, miro la pulsera de Prohibido Rendirse y pienso en lo que ha sufrido mi rubia estos meses. Aquí y ahora. Venía para esto. Así que cuernos y no parar.., no parar..., hasta el collado.


Y desde el collado veo el infierno. 16 Km de bajada. Pero es lo que hay. Ni fotos hago en todo lo que queda!!!

Caminando como un abuelete, voy bajando y me encuentro a Alberto que me espera. ¡Qué tío! Lleva un buen rato. Se ha puesto la chaqueta para no enfriarse.

A partir de aquí es caminar. No doy para más. El Refugio de Coronas tarda en llegar y, cuando llega, empieza la pista. Aquí ya estamos pasados de tiempo. ahora es cuestión de intentar llegar de día.

Vamos caminado y corriendo a ratos. Se hace largo.

Al entrar en el valle de Benasque, abajo, nos encontramos a mis amigos Carlos y Arturo que llevan "dos horas" de espera. Han venido a traernos Coca-Cola, agua... ¡Qué grandes sois!

Eso me hace tomar fuerzas. Alberto me dice que si corremos hasta Benasque..., y digo que sí. La rodilla ya no es parte de mi cuerpo.

Sin yo imaginarlo, en Benasque estaban montando un recibimiento para un héroe. Camisetas, pancartas, cencerros.... Pero yo estaba con lo mío. 

Antes de entrar le doy un abrazo a Alberto. Es lo menos que se merece. Ha sido mi sombra toda la vuelta. Gracias Alberto.

Y entro en Benasque. Y veo a mi hija que corre hacia mi. Y que llora y me abraza. Y qué es lo primero que me dice?:

-Papá, el año que viene no corras la de 100 Km, por favor!!!

Es fantástico. Un amor de hija.

Nos ponemos las camisetas con el lazo del cáncer de mama y la frase..., y corremos hacia el grupo...

¡Joder!... han estado todo el día preparando este momento.




A partir de aquí, es una nebulosa. No recuerdo nada. Se lo que me han contado, pero no lo recuerdo. La emoción me bloquea.


Me dicen que me quedé parado mirando al grupo. Que abracé a Mª José. Que se puso la camiseta y que salimos corriendo..., y mi gente detrás, gritando, corriendo. Que el speaker se puso de rodillas antes de entrar en meta y nos recibió al grito de "Grande Anento". Que entró conmigo todo el grupo!!!!

Y allí me desmoroné.


Me dicen que me entrevistó el speaker, Antonio Laguarta. Tampoco lo recuerdo. Que nos abrazó... -Antonio afrontó el año pasado el reto GR11 en 11 en favor de la AECC-. Lo siento Antonio, cuando te vea te daré el abrazo que te mereces.



Deportivamente fue un fracaso. Casi 15 horas. Entré en el tercio de cola en el puesto 494. Entré sensacional. Sin estar cansado. Pero no hay excusa. Es lo que puede hacer. Nada más.

Emotivamente una de las experiencias más bonitas que he vivido. Los días previos, mis amigos Noe y Arturo a mi lado, mis amigos Carlos y Marga subiendo desde  Alcañiz sin yo saberlo sólo para darme un abrazo y estar conmigo en esos momentos, mi hija emocionada y mi mujer..., bueno, mi mujer olvidándose de lo suyo y viviendo mi locura.

La post-carrera.

Una tiritona y dos bajadas de azúcar me llevaron al médico. Estaba deshidratado. Un gotero y listo. Les dí la noche.

Tres semanas después de correr, me llevo que tengo unos amigos que me quieren mucho. Pero mucho. Que se emocionaron conmigo y que cuidaron a mis chicas. Gracias, de verdad.

Pero sobre todo que tengo dos mujeres en mi vida que..., bueno ellas ya saben lo que no pongo aquí. Os quiero chicas.

Todos juntos hasta la meta,
todos juntos hasta el final.